Autopsia virtual de Antonio Machado
Antonio Machado falleció el 22 de febrero de 1939 en Collioure y lo hizo, según la autopsia virtual realizada por el doctor Juan Manuel Ruiz Liso, a causa de una bronconeumonía panlobar bilateral, de tipo bacteriano,, con un marcado enfisema por su tabaquismo.
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Próxima la fecha del aniversario de la muerte de Machado, el director de la Fundación Científica Caja Rural (FCCR) ha considerado oportuno dedicarle el número 34 de Soria Salud, reedición y actualización del artículo que publicó en la Revista Española de Patología con su aval, y que incluye la situación epidémica de la tuberculosis en Soria y España en esos años, así como las enfermedades que padeció y que le condujeron a su muerte en Collioure.
Con los datos obtenidos ha realizado una autopsia virtual de Machado.
"Los diagnósticos que expongo si que son compatibles con su enfermedad y causa de muerte por bronconeumonía con un marcado enfisema por su tabaquismo", ha señalado.
Estos diagnósticos se incluyen en este monográfico de Soria Salud 34 para que puedan acceder a ellos la población interesada en el poeta como hombre, y se valoren como tales los padecimientos, especialmente en sus últimos días.
La tuberculosis era pandémica en Soria y en España durante la primera mitad del siglo XX, y precisamente el Hospital Virgen del Mirón se construyó para combatirla como hospital antituberculoso y de forma específica hasta el descubrimiento de la estreptomicina.
En el caso de Machado no hay constancia de historia clínica alguna en ninguno de los hospitales de las ciudades en que vivió ni de los galenos con los que pudo tener relación de médico-enfermo, salvo el Dr. Puche Álvarez de Barcelona, hecho por otra parte lógico dado que salvo casos muy puntuales y de personajes muy relevantes, este tipo de documentación o no ha existido nunca o se destruyó como material pasivo en dichos centros
Como médico patólogo, Ruiz Liso se ha preguntado muchas veces qué hallazgos patológicos hubiera encontrado en una autopsia sobre su cuerpo mortal en Collioure.
La tuberculosis, sabemos que tiene un desarrollo más marcado e intenso en pacientes jóvenes previamente no sensibilizados. De acuerdo con el Profesor Gómez Lus, la de Leonor habría sido una tuberculosis rápida o progresiva primaria
Hasta mediados del siglo XX en que Doll y Petto en su trabajo epidemiológico relacionan tabaco y cáncer, el consumo de tabaco llegó a considerarse terapéutico, saludable y socialmente casi imprescindible en los varones.
Sin embargo, al parecer y a pesar del elevado consumo de tabaco, Machado no estaba genéticamente dotado para el desarrollo de un cáncer de pulmón. Al menos, no presentó sintomatología clínica neoplásica en este sentido, aunque debemos recordar que la incidencia y mortalidad por cáncer de pulmón en los primeros cincuenta años del siglo XX era una “anécdota” –casos raros- a nivel internacional y motivo de publicación caso a caso. Hoy, con la perspectiva de la clínica y la patología, cien años después, consideramos que muchos casos diagnosticados como caquexias (sic), decrepitud (sic) y consunción (sic) en ese periodo etario, corresponderían a neoplasias
Machado, a lo largo de su existencia, va generando y autoinduciéndose lo que hoy se conoce como una EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), que secundariamente condicionará una hipertensión pulmonar y a su vez y con el tiempo, una insuficiencia cardiaca, que en aquellos tiempos se evaluaba como “asma” –proceso de tipo alérgico, impreciso e incluso cuestionado en la revista The Lancet en 2006-. Realmente era de patrón asmático, mas bien disneico pero por insuficiencia del corazón, como órgano vital. Digamos que en sus últimos años, así se manifiesta en el año 1938, en Barcelona por el ya citado Dr. Puche Alvarez, que le ratifica el diagnóstico de una disnea con un “asma cardial”, aconsejándole o pactando una reducción del consumo de cigarrillos.
Bajo ningún concepto se llega a valorar en su génesis, el inveterado consumo de cigarrillos como agente causal y etiológico de sus problemas pulmonares.
Si entonces se hubiera dispuesto de los mínimos recursos diagnósticos, podríamos haber evaluado en los pulmones del poeta un “enfisema” o dilatación sacular de los alvéolos por rotura de los espacios pulmonares bronquiales terminales.
Dentro de los agentes tóxicos y drogas que pueden condicionar un enfisema es el consumo de tabaco el principal agente. Su biotipo, en el último trienio vital, con desnutrición y retracción cutánea más marcada
en las órbitas y región peribucal, mostrando unos globos oculares hundidos, coincide perfectamente con el que se describe en todos los libros actuales de Patología para este tipo de pacientes enfisematosos.
De Barcelona a Collioure se inicia el declinar final de nuestro poeta, que agudiza una serie de circunstancias medioambientales y habitacionales, estimulando un agravamiento de su estado. Famélico, con laxitud de la dermis cutánea de la frente, hundimiento de las órbitas oculares y un rostro expresivo de alejamiento del mundo que le rodea acompañado de un abandono de su higiene externa, dibujan para Corpus Barga –compañero en el exilio- un espectro mortecino.
Según su hermano José, las largas colas de espera en la frontera franco-española y el alojamiento temporal en un vagón de mercancías –abandonado- en Cerbère, desvencijado y con amplios ventanales al exterior –no estructurales- por donde la lluvia regaba más que goteaba el interior, en el seno de una climatología invernal, incidieron en gran medida sobre la ya muy deteriorada salud de Antonio.
Probablemente la travesía fronteriza es el punto de inflexión terminal.
Con ese hábitat citado y en unos organismos ya muy deteriorados, cualquier germen por poco oportunista que fuera, encuentra un campo abonado para desarrollarse. La patología pulmonar en el caso del hijo y la edad de la madre, sobreañadida, son caldo de cultivo para el desarrollo de infecciones ávidas de cuerpos depauperados y deprimidos por el frío, la malnutrición y la ausencia de esperanza.
En esas fechas, no se han desarrollado los antibióticos y que el médico francés Dr. Cazaben, le administró algunos de los medicamentos de la época para estas patologías, de una forma paliativa: balsámicos, yoduro potásico y/o belladona para expectorar probablemente fueron su única terapia.
Fueron cuatro interminables días con disnea, desorientación temporo-espacial, delirios y una marcada opresión torácica consecuencia de su insuficiencia cardiaca congestiva hasta su entrada en coma y muerte el 22 de febrero de 1939.
"Es, ante todo, una hipótesis fundada en los datos clínico-literarios hallados hasta la fecha y, como todo aquello que se basa en informaciones contrastadas aunque sin documentación médica, no es científicamente objetiva pero al menos no es subjetiva", ha señalado Ruiz Liso.