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Los últimos trashumantes de Tierras Altas "bajan" a Extremadura

Martes, 04 Noviembre 2025 19:24

Los hermanos Pérez, de Navabellida, regresa a Extremadura, tras pasar con su rebaño de merinas el verano en su Navabellida natal, en Tierras Altas. Será la última vez que realicen el recorrido hasta las dehesas extremeñas. El próximo verano, si la salud aguanta, cerrarán su etapa de trashumantes. Son los últimos de esta comarca soriana.

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La histórica trashumancia de merinas que tanta riqueza y prosperidad dejó en la provincia de Soria languidece en las Tierras Altas, donde cada primavera y otoño, los últimos ganaderos trashumantes emprenden un recorrido cíclico que se remonta al menos a los tiempos medievales de la reconquista.

Tras la jubilación, en el año 2023, del penúltimo ganadero trashumante de Tierras Altas, Eduardo del Rincón, de Los Campos, los hermanos José María, Basilio y Ricardo Pérez, de Navabellida, con 75, 72 y 68 años respectivamente, son la última llama que mantiene viva esta milenaria tradición, que es el alma de Tierras Altas.

Ellos, que pasan el invierno con sus rebaños en las dehesas de Trujillo (Cáceres), son al menos la quinta generación de pastores trashumantes de Tierras Altas y este año cumplen cerca de sesenta años ininterrumpidos trashumando con sus ovejas.

Detrás de ellos no hay relevo. Si nadie lo remedia, serán los últimos.

Ricardo ha confirmado que, si tienen salud, será la última trashumancia que realicen este otoño camino de tierras extremeñas, para regresar ya en primavera y cerrar una etapa de ganaderos trashumantes de más de medio siglo. Luego regresarán a Extremaduras para vender sus ovejas merinas.

“Somos como las aves migratorias, estamos acostumbrados a buscar el mejor clima. En invierno, cuando llega ya el frío, estamos deseando ir para Extremadura, y cuando llega ya el calor, estamos deseando venir a nuestra tierra, a Soria”, ha señalado.

Desde hace años, tres décadas al menos, ya no se trashuma en Soria el ganado a pie. Ahora se hace en camiones, y antes, durante un tiempo se realizó en ferrocarril.

“Bajar andando son 600 kilómetros por cañada y serían 30 días. Y no son solo 30 días es que hace falta gente para conducir el rebaño. Y en muchos sitios no se ha respetado la cañada. O han hecho carreteras, o obras o embalses… “, ha apuntado.

El oficio es sacrificado como pocos. No hay más convenio, si se quiere sacar un jornal, que las necesidades que marca el ganado.

“Es un oficio duro y nosotros lo hacemos porque lo hemos hecho toda la vida y nos gusta. Lo han hecho nuestros antepasados, pero no hay relevo generacional”, ha manifestado.

La carne del cordero lleva ahora buenos precios pero lo que no remonta es la lana, que en otra época fue la base de la economía de la ganadería trashumante.

Los hermanos Pérez bajarán a Trujillo (Extremadura) entre el 18 al 20 de noviembre y ya se han informado de cómo están los pastos por la zona. Ha llovido la última semana y si el tiempo se queda estable, sin viento, es fácil que salgan retoños y las ovejas tengan para alimentarse. “El pasto solo no alimenta y hay que echarlas pienso. Pero sí ha llovido, con la miaja de bellota, si sale algo verde, por lo menos se van defendiendo. Luego dependerá de cómo venga el invierno.

 

En este oficio los hermanos Pérez llevan toda la vida y no es una metáfora. Ricardo ha señalado que ya realizó la trashumancia con 15 años. “En Tierras Altas, los muchachos hasta que no sacaban el graduado escolar no bajaban a Extremadura. En otras zonas, lo mismo bajaban con 12 años. Mis padres y abuelos sabían leer y escribir correctamente, porque habían ido a la escuela”, ha recordado Ricardo.

Toda una vida en este oficio dan para mil y una historia, mil y una anécdotas que contar a quien las quiera escuchar. Ricardo resalta la memoria que tienen las ovejas y recuerda que, cuando las bajaban en tren a Extremadura, cruzaban por la cañada la ciudad de Soria, por el cordel que sube a la Sierra del Alba, pero un año tenían arrendado pastos en la zona de Fuensáuco y tomaron el otro cordel por la Sierra del Almuerzo, con salida por el puente del río Duero.

“Las ovejas tienen memoria y estaban enseñadas a salir por la calle Las Casas y las ovejas cuando llegaron a la calle Tejera no tiraban para el río. Las ovejas empezaron a hacer círculos y círculos y tuvo que venir la Policía Local para cortar el tráfico. Nos tiramos casi una hora, hasta que por fin una tiró y arrancaron las demás”, ha recordado.

 

Significado

La trashumancia ha marcado desde la antigüedad la forma de vida tradicional en Tierras Altas.

Si atendemos a su significado estricto la trashumancia es el movimiento estacional de ganado siguiendo las rutas regulares establecidas explotando al máximo los pastos naturales a lo largo de todo el año. Ha impreso su huella en el paisaje y en el paisanaje de estas gentes.

Los libros dicen que en los siglos XVI y XVIII se produce el auténtico esplendor de esta actividad, gracias al comercio de la lana. Una vez cortada y lavada se preparaba en fardos y se trasladaba a los puertos de Bilbao y Santander, desde donde partía hacia los Países Bajos e Inglaterra. Europa se vestía con la lana de Castilla. La provincia de Soria llegó a tener en el siglo XVIII 333.558 ovejas merinas.

A medida que avanzó el siglo XIX se juntaron una serie de elementos que llevaron al derrumbe de la Mesta.

En primer lugar Las Cortes de Cádiz en 1813 promulgaron una Ley que abolía la mayor parte de privilegios de la Mesta y favorecían la agricultura.

Poco después llegó la Guerra de la Independencia durante la cual los rebaños fueron expoliados para servir de alimento a los combatientes.

Por último, en medio de este caos, se produjo la exportación de importante número de rebaños a Francia e Inglaterra.

En 1836 El Honrado Concejo de la Mesta desapareció como tal tras más de 560 años de existencia.

A lo largo del siglo XX el proceso de abandono de la trashumancia trastoca completamente un marco laboral que ocupaba a la mayoría de los varones. Esto supone que muchos tengan que emigrar y una auténtica sangría humana para Tierras Altas. Paralelamente el traslado tradicional de los rebaños andando comienza una rápida decadencia con la entrada en funcionamiento del servicio de transporte de ganado por ferrocarril y ya en el año 1979 encontramos la cifra de 65.000 ovejas transportadas en ferrocarril en toda la zona.

La lana soriana seguía tradicionalmente dos rutas. Una hacia el noroeste, que acababa en los puertos de Santander y Bilbao, pasando previamente por Burgos o por las aduanas de Valmaseda, Orduña y Vitoria. Otra hacia el noreste, a través de las aduanas de Ágreda y Logroño, para, tras cruzar Navarra, acabar bien en el puerto de San Sebastián o bien en Francia. Si no era de calidad total, en el puerto seco o Consulado de Burgos no se aceptaba para su posterior traslado a las lonjas de recepción de la Rochelle, Amberes o Londres.

Los hermanos Pérez son la última memoria viva de la trashumancia en Tierras Altas.

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