La Junta termina el estudio del castro "El Castillejo"
La Junta de Castilla y León ha terminado el estudio e investigación del castro ‘El Castillejo’, en Castilfrío de la Sierra, en el que se han invertido 17.908 euros.
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El plan de investigación, conservación y difusión que en materia de arqueología desarrolla la Junta de Castilla y León tiene, entre sus líneas de actuación, la denominada ‘arqueología preventiva’ y la conservación de yacimientos arqueológicos, apoyando actuaciones de protección e investigación.
La mayoría de los yacimientos provinciales se encuentran en un medio rural muy despoblado, por lo que el objetivo de las intervenciones es su conocimiento y protección, así como, en su caso, sentar las bases de cooperación en el deber de conservación.
Entendiendo que sólo se puede conservar aquello que se conoce, requisito esencial para desarrollar estrategias apropiadas de protección y difusión, la Junta ha concluido los trabajos de campo en el castro de ‘El Castillejo’, en Castilfrío de la Sierra, con el fin de contar con una información previa que permita efectuar estrategias para su estudio y puesta en valor en el futuro.
Bajo la supervisión del Servicio Territorial de Cultura y Turismo, los trabajos han consistido en el análisis de la documentación previa, la realización de una prospección superficial del castro y su entorno, la ejecución de un corte transversal a la muralla para documentar los niveles de las piedras hincadas, el foso, las caras interior y exterior de la muralla y el nivel de uso, así como la realización del levantamiento topográfico del conjunto. Se actualizará asimismo, con toda la información, la base de datos del Inventario del Patrimonio Cultural de la provincia.
Este yacimiento arqueológico, fechado entre los siglos VI y IV antes de Cristo, constituye uno de los ejemplos más significativos de la cultura castreña soriana, ya que conserva de forma completa todos los elementos defensivos más representativos de los castros de la Edad del Hierro, como son las piedras hincadas, el foso y la potente muralla.
A esto hay que sumar su imponente situación estratégica, dominando la llanada numantina y los pasos naturales entre el Alto Duero y la cuenca del Ebro, y su inclusión en la ruta señalizada existente de los castros de la Sierra de Montes Claros.
En las excavaciones que realizó Blas Taracena, en el primer tercio del siglo XX, se documentó un importante lote de cerámicas a mano y algunos fragmentos de bronce. En el interior no se localizaron muros de piedra, por lo que se considera que las casas fueron construidas con tapial o adobe y madera. La potente muralla que lo rodea alcanzaba en algunos puntos más de seis metros de espesor, por lo que se calcula que su altura pudo ser de más de cuatro metros. Esas importantes defensas estaban reforzadas con un pequeño foso y una amplia barrera de piedras hincadas.