Más de trescientas mujeres dan vida a "La Pinochada" en Vinuesa
Más de trescientas mujeres han participado este viernes en Vinuesa en la "Pinochada", una de las tradiciones más conocidas de la provincia de Soria y que es fiesta de interés turístico regional.
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Vinuesa, conocida como la "Corte de Pinares", se ha rendido este viernes un año más, en la festividad de San Roque, a este ritual en la que las mujeres, divididas en casadas y solteras, han vuelto a escenificar una tradición milenaria que rememora las disputas con un pueblo vecino por la imagen de la Virgen.
Lo han hecho ante la mirada de cientos de visontinos y visitantes y, entre las autoridades, de la consejera de Educación, Rocío Lucas.
Ataviadas cada una de ellas con el traje de "piñorra" y con una rama de pino en sus manos, las mujeres han recordado la pelea con el vecino pueblo de Covaleda por la imagen de la Virgen del Pino o, como han dejado escrito los historiadores, las luchas de mojones entre los dos pueblos pinariegos sorianos y la victoria final de los visontinos gracias a la intervención de las mujeres armadas con ramas de pino, conocidos como pinochos.
El alcalde de Vinuesa, Juan Ramón Soria, ha resaltado que la Pinochada es una tradición, más oral que escrita, que no se olvida.
Soria ha resaltado el papel que siempre ha tenido la mujer en Vinuesa, “una mujer fuerte y con su reivindicación diaria de lo que son y encantados de que siga siendo así”.
Las piñorras han desfilado desde la ermita de la Soledad hasta la plaza Mayor, donde se han formado dos "ejércitos", uno de hombres y otro de mujeres, para enfrentarse, en una escenificación, primero casados contra solteros, cada uno en sus cofradías, y vencer, por dos veces, los primeros.
A la tercera, ambos bandos han lanzado los sombreros al aire en señal compartida de victoria y acto seguido han entrado en acción las mujeres, armadas con sus pinochos, que repitiendo los tres enfrentamientos han terminado con la victoria de las casadas, la cuales previamente han pedido ayuda a la Virgen.
A continuación ha tenido lugar la humillación de los capitanes y la Pinochada propiamente dicha.
Los jefes de ambas cofradías, casados y solteros, rodilla en tierra, han juntado sus rodelas para que las mujeres, dispuestas en dos largas filas, golpeen una tras otra los escudos con las ramas de pino y a ritmo creciente.
Ha tenido entonces lugar el momento más esperado de la Pinochada, cuando las mujeres han roto filas para perseguir a los varones por la plaza Mayor para darles un toque de pinocho, a la par que han exclamado el esperado "¡De hoy en un año!", una frase contestada por los hombres con "muchas gracias", y que perpetua, un año más, una tradición milenaria que resalta el protagonismo femenino