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OPINIÓN: España, una nación heróica

Amalio de Marichalar, conde de Ripalda, defiende en este artículo de opinión el heroísmo de los profesionales sanitarios en la lucha contra el coronavirus y anima a los españoles a resistir en casa.

Opinión/ España, una nación heróica

España afronta sin estar preparada para ello, una guerra desconocida y global, una guerra con un enemigo perverso, invisible y traidor. Una guerra no conocida hasta ahora y con efectos devastadores que no podíamos siquiera imaginar y que sus precedentes serían la Segunda Guerra Mundial o nuestra guerra civil, hechos llorados que queríamos haber olvidado.

Las circunstancias son indiscutibles y los antecedentes en diciembre en China, e Italia posteriormente, que es el flanco que primero ha recibido el feroz ataque en Europa. Tras nosotros, pero aún con menos gravedad, el resto de Europa y Estados Unidos.

Me cuesta abstraerme, de otros actores, puesto que no debiera, pero voy a plantear hoy exclusivamente la lucha entre el enemigo y nuestra sociedad, la que conformamos todos los españoles.

En una guerra, es esencial tener la información por anticipado y la identificación del enemigo, con planes distintos para combatirlo, y así prever un equilibrio de fuerzas y estrategias. Los españoles partimos de una posición muy en desventaja, pues no hemos dispuesto de la información, tampoco hemos identificado el enemigo, y menos preparado planes de combate.

Bien, esta es la situación. Muy complicada y desesperada. ¿Qué hacer? Aunque nos haya cogido a toda la sociedad desarmados, inmediatamente hemos comenzado a reaccionar, si bien con enorme retraso y muchas semanas y meses de desventaja, donde el enemigo ya se había infiltrado en un silencioso paseo militar.

España ante un dilema. Rendirse, o preparar las defensas, aunque mermadas.

Hay que ser conscientes del diagnóstico y reconocerlo, pues en caso contrario, nada podrá construirse con fuerza y seguridad.

España, y los españoles han comenzado hace pocos días a asumir una situación muy delicada. Es sentir general organizarse lo más rápidamente posible, como se está haciendo, y armarse con moral de combate. Los españoles hemos decidido, antes de nada, ponernos de acuerdo ante el enemigo común. Sea el sitio que estemos, el puesto que ocupemos o la actividad que hagamos, hemos decidido unir nuestras fuerzas, como tantas veces hemos hecho en la historia. Sacar fuerzas de flaqueza, y acometer con sacrificio enorme las exigencias insustituibles que hemos de cumplir.

Nuestra sanidad inmediatamente se ha puesto al frente de la línea de defensa y contraataque. No tenemos palabras para agradecer a todos los médicos de España, y a todas las personas que componen nuestra sanidad a todos los niveles, todos los que asisten los centros asistenciales a mayores y centros especiales, por su heroísmo, luchando sin medios básicos. Así mismo, todas las personas de la sanidad y enfermería, que pertenecen a órdenes religiosas, militares, voluntarios, los estudiantes finalizando sus estudios, médicos y personal sanitario jubilados, que se incorporan. Asimismo todas las personas, empresas grandes, medianas y pequeñas, autónomos, de los sectores más vinculados a la sanidad, farmacia, alimentación y agricultura, transporte, logística, servicios distintos, tecnologías, medios de comunicación y distribución de prensa, o de cualquier sector que mantiene los suministros y necesidades esenciales, y las del día a día, con todos los trabajadores que hacen posible todo ello de todas las profesiones imaginables. Las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil, Policía, Policía Autonómica y Local, por su esencial valor y lucha todos los días, en organización, ayuda, heroico compromiso y apoyo. Todas las familias y cuantas personas individualmente contribuyen con cualquier cosa necesaria, que emocionantemente están creando una cadena imparable para suministrar necesidades básicas e indispensables.

Todos ellos son esenciales para contener este virus maligno en sus diversos niveles de actuación y curar a todos los enfermos que ingresan en los hospitales, hoteles medicalizados y hospitales de campaña, muchos construyéndose, o ya terminados.

Pero también para atender a nuestros mayores en residencias, con la especial gravedad que se está produciendo, así como los centros de atención especial, para atender a todos los enfermos que están en casa aislados, hasta ahora sin poder hacerse pruebas diagnósticas y resistiendo mayores o menores síntomas, así como al resto de españoles también confinados en casa.

Es un gran sacrificio, pero todos hemos de contribuir, de todas las edades, para hacer lo imposible y por supuesto, quedarnos en casa resistiendo. Resistir es vital. Lo conocemos bien los españoles desde Numancia y en muchos hitos de nuestra historia, donde esa virtud ha sido la principal causa del éxito y la victoria. Están resistiendo nuestros médicos y sanitarios en primera línea apoyados por todos los demás, y el resto de españoles hemos de hacerlo también unidos, por los que más están sufriendo y por los que más en riesgo diario están.

Hemos de ser plenamente solidarios y estamos sacando lo mejor de nosotros mismos. Cualquier iniciativa que minuto a minuto se está produciendo, para hacer mascarillas, uniendo dos, diez, cien,  o mil personas , fletando aviones para traer cientos de miles, y todo el material  sanitario necesario, llevar la comida a los médicos, enfermeras y todo el personal sanitario, taxis que les llevan a casa, toda la ropa para poner en marcha hospitales, ingenieros fabricando respiradores, monjas cosiendo batas protectoras, hoteles para improvisar más hospitales y otros más pequeños para el personal sanitario, etc… son hechos emocionantes y únicos,  que están basados en principios y valores imperecederos, de los cuales el conjunto de la sociedad hacen permanentemente gala en el día a día de sus responsabilidades, cumpliendo sus obligaciones,  como no hacen otros que no quiero hoy mencionar.

Es un ejemplo único el enorme sacrificio que está soportando en este momento la sociedad. Solo la dignidad, el esfuerzo hasta lo infinito, el único empeño por hacer el bien, la nobleza de los corazones, la generosidad extrema, el desprendimiento, la responsabilidad, el valor ante el peligro, la honestidad, la perseverancia, la verdad, el honor, están siendo las armas invencibles de los españoles ante un enemigo desigual, perverso y maligno. Es una prueba, ante lo desconocido de esta guerra, probablemente más difícil que una guerra convencional, y por tanto los profundos valores de nuestra sociedad que se están poniendo a prueba, el gran baluarte para abordar tan grave situación.

Es un hecho, repito, sin precedentes, y ello habrá de darnos el coraje extraordinario y permanente que necesitamos, sin desfallecer, sin ceder un milímetro, pidiendo a Dios Su ayuda y fortaleza de ánimo espiritual y físico, Su ayuda, para perseverar ante nuestras flaquezas, para levantarnos todos a una, para unir todas las fuerzas con el máximo vigor y para perseverar en la Fe que necesitamos para afrontar este momento.

Hemos de seguir unidos todos los días, con la más profunda convicción, por encima de injusticias y de hechos que no podamos comprender, por encima de hechos injustificables. Sigamos abordando con máxima generosidad nuestro empeño por vencer esta guerra. No miremos atrás, hay que conseguirlo todos juntos en bien de los que más lo necesitan, que es lo mismo que decir también, en bien de todos nosotros. Hemos de luchar sin tregua, mirando adelante y con la seguridad de estar respondiendo a nuestras conciencias, de estar respondiendo a lo más noble que nos dictan. Escuchemos todos los días su voz clara y el ánimo puro que nos fortalece, para luchar sin tregua. Con la fuerza, de rendir homenaje a las muchas personas que nos dejan, y sus familias. Para prometer todos los días, que por ellos seguimos y gracias a ellos vivimos, que a ellos les debemos nuestro compromiso diario y en su memoria siempre nos guiarán nuestros profundos valores para ganar esta guerra, para construir el mejor presente y el camino futuro más seguro.

Pidamos a Dios por ellos, y su ejemplo, rezando para que nos ayuden tras su heroico sacrificio al que los españoles hemos de honrar ya para siempre y recemos también por nuestros enfermos y los que más sufren, así como por todas sus familias. Su entereza es la guía para seguir firmemente unidos y cerrar filas con el aplauso permanente a todos los que en primera línea nos están defendiendo.

Recemos por todos ellos en gratitud eterna, y honrémosles permanentemente, hoy y siempre pues son los que en primera fila están defendiendo una heroica nación, y esa heroica nación, se llama España.

Fdo: Amalio de Marichalar, Conde de Ripalda

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