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La Diócesis dota de web al Año Jubilar de las HH. Clarisas de Soria

Hoy ha quedado inaugurada la página web www.madreclara.es que la Diócesis de Osma-Soria y las HH. Clarisas de Soria han puesto en marcha para dar a conocer el Año Jubilar concedido por el Papa Francisco a las religiosas y la figura de la Venerable Sor Clara de la Concepción.

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El sitio web tiene, básicamente, dos temáticas: por un lado, algunas secciones dedicadas a relatar la vida de Madre Clara, su perfil espiritual, sus escritos y el estado de su Causa de Canonización; por otro, se explica el Año Jubilar que se extenderá hasta agosto de 2018 con motivo de los 75 años de exposición permanente de Jesús Eucaristía en la iglesia del Monasterio.

Además se puede acceder a una sección con libros y otros materiales sobre la Venerable y el Año Jubilar así como, de forma virtual, poner ante Jesús Eucaristía algunas intenciones o peticiones de las personas que visiten la web.

A las 19.35 del pasado 11 de agosto, Mons. Abilio Martínez Varea abrió la Puerta Santa del Monasterio de Santo Domingo; de este modo quedaba inaugurado el Año Jubilar. Junto con cuarenta presbíteros y con la participación de una multitud de fieles que llenaba el templo, Mons. Martínez Varea presidió la Santa Misa al final de la cual, en acción de gracias, se cantó el solemne Te Deum.

En su homilía, el obispo recordó que el Año Jubilar “es un tiempo de gracia para toda la Diócesis que se irá desplegando, con la ayuda del Espíritu Santo, a lo largo de estos doce meses” y urgió a los presentes a “volvernos a Dios en este Año”;no tengamos miedo de acercarnos a la confesión […],recemos por el Santo Padre y sus intenciones […] y anunciemos el Evangelio a todos pero especialmente a los alejados y a los que, entre nosotros, siendo bautizados, han perdido su fe o se encuentran con una fe tan debilitada como una mecha a punto de apagarse”.

Además insistió en que celebrar bien el Año Jubilar es “encontrarse con Cristo y acogerlo, es comulgar a Cristo en la Eucaristía […];celebramos este Año para adentrarnos en el conocimiento del misterio eucarístico, para adorarlo y vivirlo, para contemplarlo y hacerlo vida en nuestra vida, para alabar a Jesucristo presente en el sacramento de nuestra fe y llevar a cumplimiento el mandamiento nuevo que en Él se nos entrega: Amaos como Yo os he amado (Jn 13, 34)”.

Mons. Martínez Varea pidió “a las HH. Clarisas, a los sacerdotes, catequistas, profesores de Religión Católica, agentes de pastoral y Colegios católicos que participéis activamente en la difusión de este Año de gracia del Señor que suponga una renovación espiritual personal y comunitaria” y animó, citando a Madre Clara, a vivir con intensidad la caridad.

“Nosotros hoy, en este lugar santo, cuando nos preparamos para vivir un tiempo de gracia, decimos fuerte y convencidos: ¡Queremos que aquí el Amor sea amado! Que sea amado con especial intensidad en este Año por sus hijas, las Hermanas pobres de Santa Clara; que sea amado por todos los diocesanos que se acerquen a este templo con devoción; que sea amado en la vida de todos y cada uno; que sea amado por los que no lo conocen gracias a la vida entregada de quienes tenemos intimidad con Él”, concluyó.

La Venerable Madre Clara

El 14 de febrero de 1902 nacía Juana de la Concepción Sánchez García en Torre de Cameros (La Rioja). Hija de Leopoldo (maestro) y Agustina tuvo 6 hermanos más y con dos años de edad se trasladó junto a su familia al municipio soriano de Rebollar.

Desde niña se le observó una innegable predisposición para la vida religiosa: fueron muchas las veces que, en vez de ir a jugar con otros niños, se le encontraban en actitud contemplativa en el interior de la iglesia del municipio. Su deseo de ser religiosa debió de esperar varios años por el respeto y obediencia a su padre, cuyos principales deseos eran que continuara con sus estudios.

A los 20 años de edad ingresó en la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara en el convento de Santo Domingo (Soria). Fueron 53 años de vida ejemplar ocupando diversos y variados cargos: ejerció de sacristana, tornera, ropera, vicaria, ecónoma y abadesa (este último servicio durante 17 años). En todos ellos destacó por su sencillez y sumisión. Los testimonios de todas las personas que la conocieron en vida son coincidentes: era una persona entusiasta, alegre y amable. Su principal virtud fue el amor y el servicio a los demás con una humildad extraordinaria.

Logró una profunda renovación espiritual en el convento, de forma que es considerada la refundadora del mismo. Ella, con profunda confianza en Dios, tenacidad y no sin dificultades, consiguió aplicar de nuevo la Primera Regla de Santa Clara, cuyo primordial principio es el voto radical de pobreza, así como establecer la Exposición permanente de Jesús Sacramentado.

Murió repentinamente víctima de un infarto de miocardio el 22 de enero de 1973 en Soria. Cuando la noticia se divulgó por la ciudad fue unánime el clamor que se empezó a propagar: "¡Ha muerto una santa!". Se expuso su cadáver en el coro bajo del monasterio y fueron cientos los fieles que acudieron a despedirse de ella; dos religiosas, sin parar, no daban a basto a pasar por sus restos mortales rosarios, estampas, medallas, etc. pues la convicción profunda de los fieles era que acababa de morir una santa. Fue enterrada en el pequeño cementerio de la comunidad; el 20 de abril de 1982, como paso necesario en el proceso de Canonización, se produjo la exhumación de sus restos y su cuerpo fue encontrado incorrupto (habían pasado nueve años desde que fuera enterrada en la tierra y en un terreno que poco favorecía este hecho prodigioso). Hoy día su cuerpo se encuentra en una de las capillas del monasterio siendo visitado a diario por multitud de fieles.

El 3 de abril de 2014, en el transcurso de la Audiencia que el Papa Francisco concedió al Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal Angelo Amato, el Papa aprobaba la promulgación del Decreto que reconoce sus virtudes heroicas. Supone éste un paso decisivo en el camino hacia la Beatificación de la Madre Clara, si bien para que la celebración pueda llevarse a cabo hace falta un milagro reconocido por la Santa Sede y atribuido a la intercesión de Sor Clara.

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