TRIBUNA / Tierras Altas
Ángel Coronado incide en este artículo de opinión en la solución ofrecida por los ganaderos de Tierras Altas al ganadero trashumante Eduardo del Rincón para que su rebaño pueda finalmente retornar desde el valle de Alcudia y cumplir con la cuarentena impuesta para prevenir la viruela ovina.
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TRIBUNA / Tierras Altas
Tierras Altas, Madrigal de las Altas Torres, Altair (alfa Centauro), Albricias y el Altísimo. Estamos muy emocionados. Entre cuatro pastores de Tierras Altas, tan solo armados con hondas y acaso ni eso, algún perro y garrotes muchos, han arrinconado a todas las “altas” autoridades que desde los alguaciles pasando por concejales, alcaldes, diputaciones, comunidades de las corrientes, ministerios y comunidades gubernamentales, comunidades económicas europeas, imperios imperialistas, bloques occidentales y orientales, banderas, paracaidistas, embajadores, gigantes, enanos y ejércitos regulares y mercenarios, legiones con cabras y sin ellas, y hasta barrios enteros de macro ciudades, a todo eso y más, cuatro pastores de Tierras Altas han hecho honor a su nombre con lo que:
No sabemos si decir Primero o Primario, porque Primero me parece poco y Primario no cuadra. Además, entre esos cuatro pastores han hecho tantas cosas al tiempo que no acertamos a ponerlas todas juntas en lugar primario según se hace con las edades geológicas. Nunca hemos oído decir a ningún geólogo la era primera sino la era primaria, como tampoco, nunca, ningún entendido en política económica habla del sector primero sino del primario aunque ahora se empiece a hablar, vaya usted a saber por qué, de sectores primero, segundo, tercero… . Tampoco podemos ponerlas de otra forma que en fila india: primera, segunda, y así desde un simple alguacil hasta las macro ciudades, porque de la vacía salieron estos cuatro pastores de Tierras Altas, con lo que, de paso, bien que no del todo pero en buena parte, al problema de lo vacío con lo lleno, a poca gana de solucionarlo, vemos ya soluciones más cerca.
Lo malo es que no contamos más que con alguaciles y macro ciudades para guisar este guiso, sin olvidar todo lo que rellena el espacio entre unos y otras que ya hemos citado, aparte los cuatro pastores, que de ahora en adelante serán, sin dejar de ser pastores si así lo quisieren, los cuatro jinetes de la apocalipsis.
Oigamos entonces a los jinetes de Tierras Altas. Leamos en El Mirón de Soria lo que dicen. Y como suponemos que ya lo habrán leído ustedes (y si no léanlo), y como nosotros lo hemos leído también, solo nos falta por hacer algunos comentarios, a los que vamos de vuelo.
Todo en la mano de una de las veterinaria. Eso de parte de, no decimos de Tierras Altas sino de parte de la una de las veterinarias de la Valla, vaya con la Valla. De la otra parte, de la Extremadura de Abajo (Alcudia), todo en la mano de los veterinarios del valle de Alcudia, vaya valle. Con aquello de las vacas vacunando y los veterinarios y las veterinarias vacunadas, nos echamos a temblar, pero no nos damos por vencidos, porque de seguro, entre el ejército regular veterinario surgirán cuatro veterinarios del apocalipsis que, una vez cogido el pañuelo apocalíptico de los cuatro pastores de Tierras Altas en esta singularísima carrera de relevos, sin hondas, perros ni garrotes, darán por buena la valla según normativa europea que nosotros interpretamos aquí sin que la Comunidad Económica Europea interprete nuestra interpretación o haga como si la interpretase, que una directiva es una Directiva tanto a bordo y en superficie como “No Fundo do Mar”.
Y se acabaron los comentarios. Hemos hablado en privado con los cuatro ganaderos y con los cuatro veterinarios. No recordamos sus nombres, porque hubo contienda entre ellos para participar voluntariamente de un voluntariado tan goloso como glorioso, tan goloso y glorioso como las cuatro patas de un gato, pero lo comentado entre nosotros parecía no tener fin. Entre que todos hablábamos en voz bastante baja, los muchísimos temas a tratar, la lógica satisfacción que desde David hasta estos soldados desconocidos pero bien vivos y coleando sobre todos los Goliates, puesto el pie sobre el gigante vencido, la lógica satisfacción que desde entonces anima a cualquier vencedor, entre todas esas cosas, decía (yo diría que todo el mundo menos nosotros aprovechando la intimidad en la que, repito, estábamos), tuvimos al fin que cortar por lo sano y despedirnos mutuamente entre palmoteos y abrazos.
Estimamos que ya habrán pasado las 72 horas de zozobra para Eduardo del Rincón, aunque no sabemos si se trata de 72 horas naturales, laborables o lectivas, porque la cosa tiene su aquél. Todo está regulado menos aquello que no lo está. Precisamente por ese agujero se han colado cuatro ganaderos, otros cuatro veterinarios, Eduardo del Rincón y su millar de ovejas. Bien por ellos y ellas, por los carneros y ovejas también. Y aquí la paz y después la gloria que se dice, decimos de corazón.
Fdo: Ángel Coronado