CON LA PRESENTACIÓN de los Presupuestos Generales del Estado de 2012, la opinión pública de la provincia ha tenido ocasión de experimentar una vez más la capacidad de interpretación, siempre interesada, de los partidos políticos con responsabilidades de gobierno, que se intercambian las críticas sin más argumentos que el papel que las urnas les ha deparado jugar y sin ese mínimo ejercicio de autocrítica que sería tan saludable para todos ellos.
La sociedad soriana está cansada de constatar una realidad que sus políticos no quieren ver: la falta de compromiso cierto de los gobiernos de turno con las grandes infraestructuras. Y si en tiempos de bonanza económica, a Soria sólo llegaron migajas, en tiempos de ajustes y recortes, la provincia tampoco se ha librado de ellos. Si en esta última década, se hubiese ejecutado las inversiones planificadas por los diferentes gobiernos, hubiera sobrado dinero para las autovías del Duero y de Navarra. Y lo que es más importante: serían una realidad y los electores de la provincia se ahorrarían estos debates partidistas que sólo conducen al descrédito del propio sistema político. Lo mejor que se puede decir de estos presupuestos es que abren el camino inmediato para la negociación de los próximos, en el que Gobierno de España, y el partido que lo sustenta, se juega su credibilidad. Es en los próximos presupuestos donde tendrá la oportunidad y el reto inaplazable de destinar partidas económicas cuantiosas para que las infraestructuras consigan el ritmo inversor decidido que todos, a un lado y otro del espectro político, esperamos.