EN EL ÚLTIMO pleno ordinario de la Diputación provincial, fueron aprobadas sendas mociones para poner fechas a la ejecución de la autovía del Duero, una infraestructura considera por todos los partidos políticos como imprescindible para la vertebración de la región, pero que sigue hoy sin un impulso decidido que materialice en hecho las voluntades reiteradamente expresadas. La N-122, desde que el año 1997 el Gobierno central diese los pasos para transformarla en autovía, llega una década ya de tramitaciones y debates, cuando debía estar finalizada, como sucede con la la mayoría de infraestructuras. Una década es el plazo que todos los partidos, y sobre todo los propios técnicos, apuntan para hacer realidad una infraestructura, de los planos al asfalto. Es por ello, que la autovía del Duero necesita ya, sin más démoras, una mayor implicación económica y política para su finalización. No se entiende, en este sentido, el desprecio del Gobierno de España de la oferta de cofinanciación realizada por la Junta de Castilla y León -cien millones de euros sobre la mesa con la única premisa de ejecutar el tramo Soria-Aranda en el año 2009-, asegurando que lo harían en este mismo plazo sin ayuda de nadie. Se entiende todavía menos que el partido que firmó un compromiso para ejecutar la autovía en el año 2007, se niegue ahora a rubricar una moción que fija el plazo en el año 2010, el horizonte temporal del Plan Viaria que parecía tan lejano entonces y que hoy está a la vuelta de la esquina.