EL PRÓXIMO 29 DE SEPTIEMBRE están convocados los trabajadores para secundar una huelga general que protesta por los recortes de derechos impulsados por el Gobierno de España y que coincide también con una crisis de credibilidad de las instituciones y agentes sociales, entre ellos los propios sindicatos convocantes.
No es de extrañar, por tanto, algunas declaraciones subidas de tono en la víspera de la convocatoria, puesto que los sindicatos se examinan también de su capacidad de movilización. Tras el fracaso de la concertación social -entre los empresarios y los propios sindicatos- y la falta de liderazgo del Gobierno para pilotar una reforma laboral consensuada, llega una nueva huelga general en la que conviene que todas las partes tengan claro un par de cuestiones. La primera: que las regulaciones del mercado laboral es cosa de todos. Segunda: el estado del Bienestar consiste en garantizar una serie de derechos a sus ciudadanos y, entre ellos, el del trabajo. Y tercero: es imprescindible que se cumpla la ley el 29 de septiembre, no ya sólo para evitar más enfrentamientos entre las partes sino para demostrarnos que somos un país democrático y tolerante, donde la coacción no tiene cabida, venga de donde venga. Nadie debe impedir el derecho a manifestarse, pero tampoco nadie debe obligar a ello. Tratar de imponer las propias ideas con maneras que no sean las del diálogo y la persuasión, es tanto como vulnerar la libertad individual de cada persona. La voluntad hay que respetarla siempre. Por una cosa simple que esperamos que todos entiendan: es soberana.