El partido popular también ha iniciado estos días en Soria la defensa y difusión de la agenda reformista puesta en marcha por el Gobierno de España para hacer frente a la profunda crisis del país, mientras siguen multiplicándose en la calle protestas contra los recortes en servicios públicos como sanidad y educación. España necesita seguir profundizando en medidas.
Y entre las reformas estructurales pendientes, hay una especialmente difícil por sus repercusiones políticas: la del Estado de las autonomías. La crisis económica hace insostenible su diseño actual. El reto es emprender las reformas necesarias para mejorar su eficiencia y la sostenibilidad de las administraciones, algo que no significa poner en cuestión el propio modelo autonómico. Se trata, en definitiva, de erradicar disfunciones e ineficiencias, de mejorar el sistema mediante la racionalización, la cooperación, la coordinación y la eliminación de todo cuanto es superfluo, redundante y oneroso. Lo peor para el futuro del sistema autonómico sería decir que lo mejor es no hacer nada. Los ciudadanos no están mejor atendidos contando con tres administraciones que le ofrezcan un mismo servicio a triple coste, sino pudiendo disponer de ese servicio con la mayor calidad y con el menor gasto posible. Se trata, en definitiva, de simplificar para no derrochar. Si en épocas de prosperidad no tenía sentido que se despilfarraran los recursos, en tiempos de crisis, cuando se carecen de esos recursos y hay que pedirlos prestados a altísimos tipos de interés, resulta suicida mantener unas estructuras tan costosas como ineficaces.