A DOS MESES Y MEDIO para que la Casa Real inaugure la exposición de Las Edades del Hombre en la concatedral de San Pedro, crece la incertidumbre, cuando no el desasosiego, entre un buen número de sorianos, ante la falta de diligencia para acondicionar y embellecer la ciudad a la altura que la magna muestra se merece.
Mientras el montaje expositivo ha iniciado su cuenta atrás, cumpliendo plazos y compromisos, la ciudad sigue patas arriba, a la espera de otro milagro de la primavera. Y como suele suceder en estos casos, unos y otros se afanan en buscar responsabilidades cuando sería más fácil mirarse en el propio espejo. La designación de Soria como sede de Las Edades del Hombre no es algo conocido ayer; ya se sabía desde el ecuador de la pasada legislatura. Después se ganó más tiempo al ser retrasada su convocatoria al año 2009. Pero la cita ha llegado sin que desde la corporación capitalina se haya sabido, de momento, responder a la expectativa, como lo han hecho otras sedes, ni liderar un plan -en tiempos de planes y contraplanes- para acondicionar lo necesario y ofrecer una imagen presentable a los visitantes. Ahora lo que toca es evitar caer en la tentación de derrochar el poco tiempo que falta en polémicas estériles que no conducen a nada. Hay que tener, más bien, el suficiente liderazgo para aunar voluntades y, sobre todo, esfuerzos, entre los colectivos implicados para que las obras fundamentales de acondicionamiento de la ciudad estén ejecutadas antes que se corte la cinta inaugural de Paisaje Interior.