El descrédito político se combate con más democracia
Acaba de celebrarse en diferentes ciudades españolas el segundo aniversario del nacimiento del movimiento 15-M mientras el Gobierno de España última una estrategia de regeneración democrática.
Regeneración que demanda a gritos la sociedad y que no debe quedarse en simples retoques, sino que requiere un imprescindible consenso político para reflejar las inquietudes de los ciudadanos, que llevan ya largo tiempo expresando con claridad su negativo diagnóstico sobre el actual sistema político y sobre lo que desearía que se hiciera. Lo que piden los ciudadanos no es precisamente la luna, sino que, para empezar, nuestra cultura política vuelve a estar impregnada de los valores de respeto, diálogo y pacto por los que ha pasado a la historia la transición democrática. Lo que reclaman con insistencia es que el sistema político sea menos autista, menos cerrado en si mismo y se haga más abierto a las demandas de los ciudadanos, facilitando su participación en la toma de decisiones, porque la democracia no es -no debería ser- sólo votar cada cuatro años. Hay un sinfín de propuestas por las que se puede mejorar el crédito de la política, de las instituciones y los propios partidos, desde establecer un sistema de listas abiertas hasta limitar los mandatos de los dirigentes, pasando por reformar la ley electoral para que la distribución de escaños sea lo más proporcional posible al total de votos conseguidos por cada formación y que la selección de candidatos se lleve siempre a cabo mediante elecciones primarias abiertas. Impulsar estas medidas es un ejercicio de responsabilidad.