CUANDO EL PLAN DE DINAMIZACIÓN turística de la ciudad de Soria encara su tercera anualidad, sigue pendiente la resolución de un problema que avergüenza a más de un contribuyente y molesta a un buen número de potenciales visitantes: el cierre de las visitas al público de determinados monumentos en fechas vacacionales, como el pasado puente de Todos los Santos, o festivas.
No parece buena carta de presentación para una ciudad y una provincia que quiere convertir al turismo en uno de sus motores de desarrollo, que los visitantes se encuentran el candado echado en monumentos tan singulares y atractivos para los visitantes como la ermita de San Saturio, los arcos de San Juan de Duero o las propias ruinas de Numancia. No es, por lo demás, la primera vez que ocurre, y a los ciudadanos les gustaría, claro está, que fuera la última. De poco sirve que se prolongue la exposición Paisaje Interior, de Las Edades del Hombre, si las administraciones competentes no son capaces de articular alguna solución para que los monumentos estén abiertos al público en las fechas festivas que se avecinan y, más a medio plazo, para garantizar que estos edificios singulares puedan ser visitados por los turistas en fechas señaladas. Está bien invertir en conservar el patrimonio, en ampliar sus dotaciones -como la futura exposición sobre la vivienda del santero-, en mejorar su promoción turística, pero de poco sirve todo ello si no somos capaces de abrir mantener abierta la puerta a los turistas para que conozcan los monumentos y se vayan con una buena imagen de la ciudad.