El líder socialista en la región presentaba hace pocas fechas, en el ecuador de la legislatura, un documento que recoge los incumplimientos de la Junta de Castilla y León de acuerdo con su programa electoral autonómico.
La tarea de control de la labor de gobierno, por parte de la oposición, es fundamental en cualquier institución democrática, y hay que fomentarla, desde los diferentes partidos políticos, con las suficientes dosis de autocrítica y de pedagogía política, por encima de la reiteración de sloganes propagandísticos. Quedan dos años para que los ciudadanos vuelven a decidir quienes les gobiernan en el Gobierno regional y las instituciones locales, pero nunca está de más, en todas ellas, saber lo que se ha avanzado en los diferentes proyectos y lo que queda por hacer, en función de las expectativas alimentadas en programas y campañas electorales. No estaría de más que fueran las propias administraciones las que ofreciesen a sus ciudadanos ese balance y que lo hicieran con cierta periodicidad y autocritica, explicando los avances y retrasos de cada proyecto, sin caer en la demagogia y en el sectarismo político. Sería una prueba más de madurez democrática que los ciudadanos agradecerían y que fortalecería al propio sistema político. Lo que sería un error es que, con el nuevo curso político, los diferentes partidos y administraciones se intercambien reproches, acusaciones y medias verdades en un debate que terminaría por enervar la paciencia de los ciudadanos, cansados del espectáculo de pirotecnia política al que nos tienen acostumbrados los partidos.