Cuando las dos españas han de helarte el corazón
PEDÍA HACE UN SIGLO el hoy recordado Antonio Machado, que Dios guardara a los españolitos que venían al mundo, porque “una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.
Hoy muchos ciudadanos asisten con tanta incredulidad como malestar a la falta de acuerdo político para alcanzar un pacto de Estado que reparte con justicia las cargas de los necesarios ajustes para pagar lo que ellos mismos se encargaron de gastar con demasiada alegría o permitieron que se hiciera por falta de control. Las manifestaciones celebradas estos últimos días en España -Soria, incluida- han sido un clamor contra unas medidas que precarizan el Estado del Bienestar y no reparten los sacrificios con la justicia imprescindible, con un Gobierno popular que, como su antecesor, tiene que tomar decisiones al dictado de los mercados y la Unión Europea y que no estaban en su programa electoral. La sociedad española votó mayoritariamente por un cambio en las últimas elecciones generales, en la confianza que se iba a poner freno al derroche y a los especuladores, a la par que se incentivaba la inversión productiva. No es de extrañar que la decepción y la frustración vaya en aumento como la desafección hacia la política. La política -decía el partido hoy en el Gobierno en su programa electoral- no es patrimonio de los políticos sino de los ciudadanos. Sólo falta que las palabras no se queden en retórica y que de, una vez por todas, se den los pasos necesarios para una regeneración democrática, donde la clase política debe ser la primera a la hora de aplicarse los principios de austeridad, transparencia y ejemplaridad.