Cuando la propia supervivencia cuestiona el Estado
LA NEGOCIACIÓN DE LOS PRESUPUESTOS Generales del Estado de 2011 vuelven a estar en manos de los nacionalismos.
No es nada nuevo en el Estado de las Autonomías pero este año viene marcada por la mayor debilidad del Gobierno de España y una crisis económica gravísima que obliga a contar más que nunca con unas cuentas que transmitan seguridad a los mercados internacionales. La ceremonia del apareamiento, como la denominaría el veterano Arzalluz, debe culminar el 20 de octubre y tiene en las políticas activas de empleo su particular manzana de la discordia. Hasta la fecha, ningún presidente español ha querido romper el cordón solidario de la caja única de la Seguridad Social, que es lo que siempre le han reclamado los nacionalistas. Ahora, más que nunca, el presidente del Gobierno debe anteponer su sentido de Estado a sus intereses personales por mantenerse en el poder. Su particular carrera por la supervivencia política no puede poner en peligro las bases del Estado. Y para eso, sería conveniente que reafirmarse con todos los partidos pero especialmente con el Partido Popular los acuerdos de mínimos donde el Estado es -y tiene que seguir siendo- soberano, de tal forma que garantice una serie de derechos donde todos los ciudadanos -tanto los de la periferia como los de la España interior- tengan garantizados por igual -sí, por igual- una serie de derechos fundamentales que la Constitución, en teoría, garantiza. Cuando un país afronta una grave situación económica hay que alejarse de los intereses partidistas y alcanzar acuerdos con visión de Estado.