La penúltima polémica en el Ayuntamiento de la capital lleva el nombre de CIEDA y el apellido del antiguo lavadero de lanas, un edificio emblemático para la ciudad y para el que se vienen apuntando propuestas desde hace ya un buen número de legislaturas, sin que ninguna llegue a buen puerto.
La posibilidad de ubicar en este edificio que fue sede inicial de la Fundación Duques de Soria el Centro Internacional de Estudios sobre Derecho Ambiental (CIEDA) refleja una vez más la falta de criterio definido sobre lo que se quiere para el río Duero y su entorno. Vaya por delante que esta nueva polémica ya debería estar superada, en la medida que el CIEDA ya debería estar en marcha. Pero el PAES parece empeñado en demostrarnos a todos que es un fracaso, un engaño manifiesto. Se comprometía -sólo hay que releer lo escrito- a establecer este centro, dedicado a investigación, formación y divulgación del derecho ambiental, con mil metros cuadrados de superficie, alrededor de 25 trabajadores y un presupuesto de 4 millones de euros para el periodo 2005-2008. De lo dicho a lo hecho, ciertamente un trecho. Ahora llegan las prisas en busca de una sede y el ofrecimiento municipal de ubicarse junto al río Duero, una zona a la que la ciudad le volvió la espalda durante demasiados años y que ahora comienza a recuperar para el uso ciudadano. La negativa en bloque de la oposición municipal a ubicar el CIEDA en el antiguo lavadero de lanas debe servir para impulsar un uso cultural, social o lúdico para este edificio. Pero sin esperar a que se caigan sus muros.