Con distintas palabras, pero con coincidentes explicaciones han iniciado su particular cuenta atrás los alcaldables de los dos principales partidos políticos de cara a las elecciones municipales del 22 de mayo al Ayuntamiento de Soria.
Los dos han eludido responder si abandonarán el pleno municipal que resulte de los comicios si los electores deciden que su puesto está en la oposición o si se dedicarán en cuerpo y alma a estas tareas como lo harían si resultasen elegidos para llevar las riendas del Consistorio capitalino. Hay, ciertamente, silencios que valen más que mil palabras y las evasivas demostradas por los dos alcaldables -tanto pinta, pinta tanto- dicen a las claras que su compromiso con Soria está lejos de ser el deseado por un buen número de electores que no ven con buenos ojos que la clase política acumule cargos y prebendas como si no hubiera nadie más en el mundo capaz de compartir la acción política. Los dos alcaldables tienen ante sí el reto de despejar cuanto antes estas dudas que ellos mismos han alimentado. Y hacerlo antes de las elecciones municipales, porque lo contrario es asumir que son candidatos con paracaídas. Tienen para ello 121 días -con sus respectivas noches-; un tiempo suficiente también para sacar a la luz los que serán las bases de sus programas de gobierno, evitando agendas ocultas que traicionan la confianza de los electores y que generan conflictos políticos como el salto del Duero, que dinamitó por los aires al tripartito municipal. Es tiempo de alejarse de ambigüedades y de medias verdades. Ha llegado la hora de la verdad.