Cuando en el fondo del Duero hay demasiada suciedad
La disminución del volumen de agua del río Duero a su paso por Soria, como consecuencia de las obras en el embalse de Los Rábanos, ha traído una imagen tan desconocida como bochornosa para muchos ciudadanos y visitantes, en una zona de esparcimiento y llamada a tener más protagonismo en la promoción turística de la ciudad.
El muestrario de suciedad, desde carros de la compra e inodoros hasta neumáticos y plásticos, pone de relieve que todavía hay muchos ciudadanos que consideran que el río Duero es un vertedero, un problema que exige a las administraciones públicas -empezando por el Ayuntamiento capitalino- más intensidad en sus campañas de concienciación medioambiental y también mayor vigilancia del entorno. Debemos reconocer que algunos ciudadanos necesitan el estímulo de la sanción para aprender que hay comportamientos que deben corregir para preservar el patrimonio medioambiental de todos. La limpieza realizada por la empresa pública Tragsa, por indicación de la Confederación Hidrográfica del Duero, ha puesto también de manifiesto una nueva polémica con las competencias de por medio, cuando las administraciones deberían tener claro quien es el responsable de la limpieza del río a su paso por la capital, sin necesidad de entrar en disputas que tanto molestan, y con razón, a los contribuyentes. Pero no sólo del cauce del río vive el Duero. Sus márgenes necesitan mayor atención en el mantenimiento, desde la iluminación hasta la retirada de basuras que bloquean las canalizaciones realizadas para absorber las escorrentías.