Cuando el Duero de mi casa es particular
Por alguna extraña razón, ezquizofrénica tal vez, el escenario político nos arroja diariamente un sin número de ejemplos de incoherencia que nos obligan a pensar si la sociedad no ha aceptado ya el cinismo como elemento estándar de la forma de ser de algunos de nuestros políticos, capaces de defender una cosa y la contraria, en función de si son gobierno u oposición, si tienen que impulsar un proyecto o criticar el desarrollo de otro.
La coherencia es la actitud lógica y consecuente que debemos guardar con respecto a una posición anterior si es que queremos ser correctamente percibidos por los demás. Es la unión, la conexión posible de unas cosas con otras, la correspondencia del decir con el hacer, del fondo con la forma, de la esencia con la imagen, de tal manera que se pueda lograr la autoridad moral que otorga la credibilidad, elemento indispensable para ejercer un liderazgo cualquiera que sea el terreno en el que se aplique. No parece ser el camino que ha tomado el alcalde de Soria en la defensa del bar de Soto Playa, donde ha reconocido que la zona “puede ser inundable” a la par que ha defendido que la recuperación de este establecimiento puede ser positiva para la ciudad, mientras ha rechazado la ejecución de la Ciudad del Medio Ambiente, con compromiso de mil empleos, utilizando como argumento principal que la zona -también regulado el cauce por la pantano de la Cuerda del Pozo- es inundable. Conviene ser más reflexivo y coherente a la hora de construir un discurso político porque de lo contrario éste puede ser tachado al menos de demagógico.