Exposición "Castilla y León: escenario de cine"
La viceconsejera de Acción Cultural, Mar Sancho, ha inaugurado la exposición ‘Castilla y León: escenario de cine’, que podrá visitarse hasta el próximo 26 de noviembre en el Centro Cultural Miguel Delibes.
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Cuenta con reproducciones provenientes de la Filmoteca Española, Archivo Histórico Provincial de Ávila, Archivo Histórico Provincial de Soria, Ayuntamiento de Torrelobatón y el Fondo fotográfico Álvaro de Castro y la Agencia Alamy.
La muestra recoge algunas escenas de las muchas grabadas en localizaciones de Castilla y León, con escenarios naturales y patrimoniales reales.
El reconocido director Orson Welles rodó en España seis largometrajes y cuatro de ellos inmortalizaron escenarios de Castilla y León. Segovia, Pedraza y Valladolid forman parte de las localizaciones de Mr. Arkadin (1955).
En el Colegio de San Gregorio de Valladolid tuvo lugar la escena de baile de máscaras con casi 300 figurantes, entre ellos, el escritor Miguel Delibes.
En Orgullo y pasión (1957), de Stanley Kramer, y con un reparto de lujo encabezado por Sophia Loren, Cary Grant y Frank Sinatra, se dinamita a cañonazos la muralla de Ávila en la escena final de la producción.
El Cid (1961) es una película épica dirigida por Anthony Mann e interpretada por Charlton Heston y Sofía Loren, con escenas rodadas en Ampudia (Palencia) y Torrelobatón (Valladolid) que necesitaron la participación de cientos de extras.
En La caída del Imperio romano (1964), de Anthony Mann, la Sierra de Guadarrama, en particular La Pedriza, la Granja de San Ildefonso y los bosques de Valsaín, presenciaron el paso de los legionarios romanos.
En Doctor Zhivago (1965), de David Lean, la presa de Aldeadávila (Salamanca), se convirtió en el escenario de una construcción bolchevique, gran parte de los exteriores se rodaron en la provincia de Soria: entre los pinares del Pantano de la Cuerda del Pozo; la estación de Soria-Cañuelo acogió tres locomotoras de vapor; los parajes de Ólvega, con el imponente Moncayo de fondo, se transformaron en los montes Urales rusos, y el pueblo de Candilichera albergó el palacio de hielo de Barykino.
Campanadas a medianoche (1965), una de las películas más destacables de Orson Welles, se rodó en diversas localizaciones de Ávila, Segovia y Soria.
La película El bueno, el feo, el malo (1966), de Sergio Leone, rodó algunas de las escenas más icónicas en la provincia de Burgos: la misión fue recreada en el Monasterio de San Pedro de Arlanza, el campo de prisioneros se construyó cerca de Carazo y la batalla entre los norteños y los sureños tuvo lugar en el río Arlanza, cerca de Covarrubias, como si fuera el Río Grande.
En el municipio de Contreras, 250 soldados españoles construyeron el cementerio de Sad Hill, un escenario que fue recuperado en 2015 y cuenta con más de 8.000 tumbas. Robin y Marian (1976), de Richard Lester, rodó alguna de sus escenas en el castillo de Villalonso (Zamora).
Castilla y León: escenario de cine
Las décadas de los 50-70 del siglo pasado fueron los años dorados de la producción independiente en Hollywood.
Con el auge de otros medios como la televisión, que proveía un contenido de entretenimiento similar y gratuito, los productores no tardaron en reaccionar y decidieron apostar primero por la espectacularidad y, más tarde, por el erotismo.
La espectacularidad incluía impresionantes rodajes en exteriores, trepidantes escenas de acción, efectos especiales y, por supuesto, cientos, o incluso miles de extras, arropando a las estrellas de turno.
Así surgió un nuevo género hollywoodiense: el cine épico de posguerra, que plantó cara al contenido proporcionado por la televisión.
Los productores independientes asumieron el riesgo de las grandes producciones a cambio de los servicios de marketing, distribución y comercialización. Y para reducir los costes ante un posible fracaso comercial, miraron hacia Europa para realizar los rodajes.
España fue uno de los países donde acudieron los productores independientes para rodar escenas exteriores.
Sin embargo, fue gracias a la publicidad gratuita traída por la estrella de cine Ava Gardner, enamorada de España, cuando el Gobierno español se dio cuenta del potencial de promoción turística a través de la producción cinematográfica.
En 1953, se firmaron los Pactos de Madrid entre España y Estados Unidos, y con este acuerdo se generó un nuevo clima en la relación entre los dos países que favoreció un mayor desarrollo de las producciones audiovisuales.
A partir del rodaje de Alejandro Magno en 1955, España se convirtió en un destino de numerosas producciones cinematográficas, gracias a sus inmensas posibilidades paisajísticas y climáticas.
Comenzaron a llegar superproducciones que eligieron Castilla y León como alternativa y complemento a los rodajes que se estaban realizando en Madrid.
Su proximidad a la capital, su variado paisaje natural y su rico patrimonio atrajeron a directores como Orson Welles, David Lean, Stanley Kramer o Anthony Mann, poniendo a la Comunidad en el centro de las grandes productoras internacionales.