Una puja que resulta siempre muy divertida
AGÉS El jurado de San Juan de 1931 redactó las normas para el pago de la tajada e instauró la costumbre de organizar la fiesta en un local de cuadrilla, en lugar de en casa del jurado.
Bendición en el día de más esplendor
Una lidia particular para sacrificar al toro
La subasta de los despojos del toro de cada cuadrilla se convierte cada año en otro momento particular, único, de las fiestas de San Juan. Son cuatro horas, o pueden serlo, en el que pedazo a pedazo, el toro se sortea entre los sanjuaneros que participan en esta puja donde la diversión está ciertamente garantizada. Se lleva la pieza siempre el mejor postor -con apenas unas concretas reglas para ordenar la subasta- animado por el subastador, por la música de la charanga y por el vino que se encargan de suministrar sin desmayo los cuatros y colaboradores de las cuadrillas. En los Agés, la diversión no va por barrios, sino que llega a todas las cuadrillas. Bien lo saben quienes esperan este día para hacerse con solomillos y botas de vino en una subasta popular. ¿Hay quién dé más?