Patatas con arte
Arte Fritas transforma la patata de añavieja en un producto cada día más valorado por el consumidor de españa
No todas las patatas fritas son iguales. Bien lo saben los consumidores de la empresa ARTE FRITAS, enclavada en Matalebreras. Lleva dieciséis años dando gusto a media España y empleo hoy a quince personas. El secreto está en la patata, cultivada en Añavieja, a más de mil metros de altitud, y en una elaboración artesanal con aceite de oliva.
Un monte con recursos
Fractura por el fracking
Arte Fritas es una empresa que ha sabido aprovechar, con su transformación, lo que da la tierra en Soria. Y también un ejemplo de emprendimiento de un joven zaragozano, de padres sorianos, que decidió abrirse camino en el somontano del Moncayo. Javier Sainz, jefe de producción de Arte Fritas, fue uno de los socios que pusieron en marcha en 1997 la fábrica de patatas de Añavieja y después, tras decidir coger cada uno caminos diferentes, dio continuidad a la actividad en Matalebreras. “Fue un rotundo éxito cuando empezamos. Al hacerlas en aceite de oliva, que entonces no había en el mercado, supuso un auténtico boom. Todo lo que hacíamos se vendía, sin tener que movernos mucho”, recuerda.
La patata de Añavieja, su materia prima, tiene buena fama desde hace tiempo. La altitud a la que se siembra -más de mil metros-, y la propia riqueza de la tierra de la antigua laguna, le dan una calidad muy apreciada entre el consumidor.
La empresa “Arte Fritas” le da un plus con su proceso de elaboración, prácticamente artesanal. La textura y el sabor característico de sus patatas fritas, reconocido por los principales catadores, se consigue con el aceite de oliva y la temperatura de la sartén.
Anualmente trabajan alrededor de 2 millones de kilogramos de patatas en crudo. Comercializan más de 400.000 kilogramos de patatas fritas, más de mil kilogramos diarios.
La empresa cayó de pie en el mercado. Su éxito fue notable. Sainz todavía conserva los faxes y correos de felicitación de consumidores y distribuidores de media España. Hoy están en buena parte de las grandes ciudades españolas, sobre todo en el norte peninsular. En cartera tienen seguir expandiéndose, a través de la cadena Supersol. Están ya en las tiendas de las grandes superficies.
Abrirse camino
Antes de estar al frente de la fábrica, Sainz compartía con su padre una explotación ganadera en Zaragoza. Las vacas locas le cambiaron la vida. Tenían doscientas terneras a punto de sacrificio y, de un día para otro, perdió mucho dinero y, sobre todo, la vocación. Se fue a Calahorra a entrenar con los mejores pelotaris (Beloki y Titín) pero una lesión le apartó del frontis y le acercó a la sombra del Moncayo, donde ha crecido con Arte Fritas.